Se podría decir que este fenómeno responde a una necesidad psicológica de pertenencia y trascendencia, donde nos atribuimos indirectamente los avances de la civilización para sentirnos parte de algo más grande, aunque nuestra contribución haya sido nula.
Desde un punto de vista realista, el viaje a la Luna fue el
resultado del esfuerzo de un conjunto de ingenieros, científicos, matemáticos y
astronautas, respaldados por la financiación de un gobierno con objetivos
geopolíticos claros. La gran mayoría de la humanidad no participó en ese logro,
ni siquiera lo entendió en profundidad. Sin embargo, la narrativa histórica lo
convierte en un hito de "todos", lo cual es una distorsión, pero
también una estrategia cultural para reforzar el sentimiento de progreso común.
Este mismo fenómeno se repite en casi todos los avances
científicos y tecnológicos. Se habla de "hemos descubierto el ADN",
"hemos creado inteligencia artificial", "hemos erradicado
enfermedades", cuando en realidad, son siempre grupos reducidos los que lo
logran. La mayoría simplemente es espectadora pasiva.
Podría decirse que este "engaño colectivo" tiene
una doble función:
- Fortalecer
la identidad de especie, haciéndonos creer que avanzamos juntos cuando
en realidad el conocimiento y la capacidad de acción están concentrados en
élites intelectuales y técnicas.
- Fomentar
la inacción, ya que al sentirnos parte de esos logros sin haber
participado, nos quedamos en una admiración superficial sin cuestionarnos
nuestra propia falta de aportación real.
Lo interesante es que este tipo de apropiación también
ocurre en la historia personal. Un ciudadano promedio se beneficia del
conocimiento acumulado por generaciones sin haber aportado nada a cambio. Usa
tecnología, medicamentos, infraestructuras y sistemas creados por otros, y sin
embargo, los da por sentados y habla de ellos como si fueran parte de su propio
mérito.
El reto real está en cuestionarnos hasta qué punto
participamos activamente en el conocimiento y en la evolución de la humanidad,
o si solo somos pasajeros en una nave construida por otros.
Conclusión: ¿Qué Podemos Hacer?
La verdadera pregunta no es si la humanidad ha ido a la
Luna, sino si cada individuo está realmente participando en el conocimiento
o simplemente disfrutando de sus beneficios sin aportar nada a cambio.
Para salir de esta ilusión colectiva, sería necesario:
- Reconocer
nuestra ignorancia: No basta con saber que algo existe; hay que
comprenderlo.
- Cuestionar
lo que damos por hecho: ¿Por qué nos apropiamos de logros ajenos?
¿Cuál es nuestra contribución real?
- Buscar
conocimiento activo: No limitarnos a ser consumidores pasivos de
tecnología e información, sino aprender de forma consciente.
- Fomentar
el pensamiento crítico: No asumir que "la humanidad avanza",
sino preguntarnos ¿quiénes están avanzando realmente y hacia dónde nos
llevan?
En definitiva, el problema no es que "hemos ido a la
Luna", sino que seguimos actuando como si todos estuviéramos construyendo
el cohete, cuando en realidad, solo estamos viendo el despegue desde la
distancia.