¿Estamos realmente pensando o simplemente repitiendo lo que ya sabemos?

Responder a esta pregunta exige una exploración filosófica rigurosa de lo que significa pensar en un sentido profundo y diferenciado de la mera reproducción del conocimiento preexistente. Debemos preguntarnos si el pensamiento es un proceso creativo y generador de nuevas posibilidades, o si simplemente es una función adaptativa y confirmatoria dentro de un marco conceptual ya establecido. Para ello, analizaremos distintas dimensiones del pensamiento: epistemológica, ontológica, política y estética.



1. Pensamiento y Repetición: La Falsa Sensación de Pensar

Gran parte de lo que llamamos "pensamiento" en la vida cotidiana no es más que un proceso de reconocimiento y clasificación dentro de estructuras previas. Esta forma de operar se basa en la lógica del sentido común, el cual, según Deleuze y Derrida, no es una fuente genuina de conocimiento, sino un conjunto de hábitos mentales que estabilizan el mundo para hacerlo predecible.

  • El pensamiento representacional: La filosofía occidental, desde Platón, ha construido una concepción del pensamiento basada en la correspondencia con lo real. Pensar se ha entendido como una actividad en la que la mente refleja el mundo en términos de ideas fijas. Sin embargo, este modelo no piensa verdaderamente, sino que reconoce lo que ya ha sido categorizado.
  • El pensamiento como repetición: Si nuestras categorías del conocimiento están preestablecidas, entonces pensar se reduce a reproducir la estructura conceptual heredada. Esto es lo que Bourdieu llamaría habitus, una disposición incorporada que hace que nuestras respuestas intelectuales sean predecibles y normativas.

Pensamos en la medida en que algo nos desconcierta, nos saca de la estabilidad del reconocimiento y nos fuerza a habitar la diferencia en lugar de la identidad. Pero si operamos simplemente dentro del marco de lo ya conocido, entonces no estamos pensando, solo estamos repitiendo.


2. El Pensamiento como Acontecimiento: Más Allá de la Repetición

Si pensar fuera simplemente clasificar dentro de sistemas preexistentes, la filosofía se reduciría a una hermenéutica sin riesgos, a una interpretación dentro de los límites de lo que ya ha sido dicho. Sin embargo, el verdadero pensamiento es acontecimiento, es decir, algo que irrumpe, desborda y trastoca.

A. Pensar como Creación (Deleuze)

Para Deleuze, pensar no es representar, sino forzar al pensamiento a salir de sí mismo, a crear algo que antes no estaba disponible en el horizonte conceptual. Aquí entra su noción del devenir:

  • Pensar no es reconocer lo que ya sabemos, sino afrontar lo que aún no tiene forma ni categoría.
  • Un concepto genuino no es una mera actualización de lo anterior, sino una invención, algo que introduce una diferencia radical en el sistema del conocimiento.

B. Pensar como Ruptura con la Tradición (Nietzsche)

Nietzsche ya había anticipado que la mayoría de los humanos no piensan realmente, sino que siguen pensamientos heredados. En Más allá del bien y del mal, Nietzsche describe el pensamiento convencional como una "domesticación del intelecto", una función al servicio de la conservación, no de la verdad.

  • Pensar es transvalorar: No significa añadir nuevos datos al sistema de pensamiento, sino reconfigurar completamente el marco desde el cual pensamos.
  • Pensar es peligroso: En la medida en que desafía los valores y estructuras de poder establecidas, el pensamiento siempre es un acto de desobediencia, una forma de resistencia.

Si aceptamos esta visión, pensar realmente es algo que pocos individuos practican, ya que implica poner en riesgo la propia identidad, deshacerse de certezas y aventurarse en terrenos inexplorados.


3. Pensamiento y Política: ¿Quién Define lo que Debemos Pensar?

Si la mayoría de las personas no piensan genuinamente, sino que interiorizan estructuras narrativas impuestas, entonces el pensamiento es también un problema político. Como explica Foucault, las estructuras de poder no solo controlan los cuerpos, sino también los discursos, es decir, las posibilidades de pensar algo diferente.

  • Biopolítica del pensamiento: El poder no se limita a reprimir, sino que produce subjetividades, determina qué formas de pensar son legítimas y cuáles son impensables.
  • Normalización del pensamiento: La educación, los medios de comunicación y las instituciones fabrican consensos que nos hacen creer que estamos pensando, cuando en realidad solo estamos navegando dentro de límites predefinidos.
  • El pensamiento como acto subversivo: Si pensar realmente implica cuestionar lo que se da por sentado, entonces el pensamiento es un acto de resistencia contra la domesticación cognitiva.

Si el pensamiento no desafía las estructuras en las que opera, entonces es solo una función del statu quo, un mecanismo para reproducir lo existente en lugar de transformarlo.


4. Pensamiento y Estética: La Violencia del Arte

Si el pensamiento necesita ser forzado, ¿qué es lo que lo fuerza? El arte radical y la literatura disruptiva han sido siempre agentes de ese "shock" que despierta el pensamiento.

  • Kafka y el extrañamiento: Sus textos no nos permiten leer con comodidad. Nos fuerzan a enfrentar la incoherencia del mundo sin darnos una estructura estable para interpretarla.
  • Bacon y la deformación: Sus pinturas nos enfrentan a lo que no podemos asimilar fácilmente, nos obligan a mirar sin la seguridad de una representación fija.
  • El cine de Tarkovsky o Lynch: No nos ofrecen narrativas cerradas, sino experiencias abiertas, donde el sentido está en crisis.

El arte verdadero no ilustra conceptos preexistentes; despierta en nosotros una inquietud, nos enfrenta a lo que aún no podemos nombrar ni categorizar.


5. ¿Cómo Salir de la Repetición?

Si queremos evitar que nuestro pensamiento sea simplemente la reiteración de estructuras previas, debemos producir un tipo de relación con el conocimiento que no sea pasiva. Algunas estrategias:

  1. Destruir la certeza: El pensamiento surge en el territorio de la incertidumbre, cuando abandonamos la comodidad de lo que ya creemos saber.
  2. Buscar lo que no encaja: Las anomalías, las excepciones, lo que no podemos explicar con nuestras categorías, son lugares fértiles para el pensamiento.
  3. Exponernos a lo desconocido: Leer lo que desafía nuestras convicciones, experimentar arte que no comprendemos de inmediato, buscar preguntas en lugar de respuestas.
  4. Pensar contra nosotros mismos: Estar dispuestos a destruir nuestras propias ideas, a cambiar radicalmente de posición si la experiencia nos lo exige.

6. Conclusión: Pensar es Arriesgarse

Pensar es siempre arriesgarse a lo nuevo, desestabilizarse, abandonar la seguridad del reconocimiento. Como dice Deleuze, el pensamiento no es natural, es forzado. Si no sentimos esa violencia que nos obliga a salir de la comodidad, entonces no estamos realmente pensando: solo estamos reproduciendo.