Los verdaderos poetas no solo escriben versos; moldean un lenguaje que antes no existía, ofreciendo una perspectiva inédita que reconfigura cómo percibimos el mundo. Al decir que "son un estilo", se subraya que su obra está inseparablemente ligada a su esencia, a su forma de habitar la realidad. Su arte no es un artificio, sino una manifestación genuina de su ser.
Cuando se menciona que estos poetas "enriquecen el mundo" y "aumentan la realidad", se alude a cómo su obra amplía nuestra sensibilidad, nuestra imaginación y nuestra capacidad de comprender lo humano. Transforman lo ordinario en algo extraordinario, revelándonos dimensiones insospechadas de lo que nos rodea. Cada palabra, cada imagen poética, es una invitación a experimentar la realidad de una forma más profunda y plena.
Amar a estos poetas no es solo admirar su obra, sino también agradecerles por su contribución al tejido de la experiencia humana. Son faros en la oscuridad de lo cotidiano, guiándonos hacia lo sublime, lo auténtico y lo eterno. Por eso, su influencia no se limita al arte, sino que trasciende hacia la manera en que vivimos y soñamos.