Si aceptamos que "el significado surge cuando un mensaje llega hasta un ser vivo", entonces podríamos deducir que hay una cantidad infinita de significados que jamás percibimos ni comprendemos.
Mensajes no percibidos: Existen innumerables señales en el universo—ondas electromagnéticas, sonidos fuera de nuestro rango auditivo, movimientos imperceptibles—que nunca llegan a nuestra conciencia. Para nosotros, estos mensajes simplemente no existen en términos de significado.
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Mensajes percibidos pero no comprendidos: Aunque detectemos ciertos patrones o estímulos, no siempre los interpretamos correctamente. Por ejemplo, culturas antiguas veían fenómenos naturales como señales divinas, mientras que hoy los explicamos con ciencia.
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Mensajes que requieren otro marco cognitivo: Quizá haya significados accesibles solo para inteligencias distintas a la humana, como otros seres vivos o incluso futuras IA. Un animal puede detectar un cambio ambiental de manera significativa para su supervivencia, pero sin que nosotros podamos conceptualizarlo de la misma forma.
Si combinamos estos niveles, el número de significados que no captamos o comprendemos es abrumador, lo que sugiere que solo vivimos en una fracción mínima del universo semántico posible.