Ser y sido: el abismo entre lo que fuimos y lo que deseamos ser

“Ser” es potencia. No tiene tiempo, ni límites, ni edad. Es la forma pura del verbo que nos empuja hacia lo que aún no somos. Es horizonte, es pregunta, es acto en espera. Quien desea ser aún está vivo en su fuego interior.

“Sido”, en cambio, es rastro. Es archivo. Es memoria ya fijada, sellada por el tiempo. Lo que hemos sido forma parte de nosotros, pero también puede aprisionarnos si nos creemos incapaces de movernos más allá de ese molde.

Entre ser y haber sido se abre una tensión existencial:

  • El presente como construcción,

  • El pasado como sombra,

  • Y el futuro como promesa que a veces tememos no cumplir.

Esta frase nos confronta con la identidad como algo que no se posee, sino que se conquista a cada instante. Porque la esencia no es un punto fijo. Es una trayectoria.

Lo trágico no es haber sido, sino dejar de ser.
Lo bello, es seguir deseando ser, incluso desde las ruinas.