En España viven hoy más de 8,8 millones de personas nacidas fuera del país, y cerca de 7 millones son extranjeras. Esta realidad, más allá de los números, encierra una oportunidad que seguimos desaprovechando: el conocimiento profundo de las habilidades, saberes y talentos que estas personas aportan a nuestro tejido social y productivo.
La inmigración se suele contabilizar en términos de volumen o de presión sobre los recursos, pero rara vez se la observa como un potencial generador de valor añadido autóctono. ¿Cuántas personas migrantes tienen experiencia en oficios que aquí se están perdiendo? ¿Cuántas poseen titulaciones, competencias digitales, habilidades emprendedoras, saberes culturales o idiomas que enriquecerían, si se reconocieran, la riqueza colectiva?
El sistema administrativo tiende a encasillar. Las estadísticas se centran en autorizaciones de residencia, estatus legal o cifras de irregularidad. Cáritas, por ejemplo, atendió a 550.000 personas en situación irregular solo en 2024, muchas de las cuales no pudieron acceder a un reconocimiento formal de lo que sabían o podían ofrecer. ¿Cuánto talento invisible estamos dejando escapar por no mirar más allá de los papeles?
Aprovechar este valor requiere una transformación en la mirada: pasar de tolerar a integrar, de controlar a colaborar, de sospechar a descubrir. No se trata de caridad, sino de inteligencia social y económica. En un país que enfrenta retos demográficos, laborales y culturales, identificar y activar las capacidades de quienes ya viven entre nosotros es una inversión de futuro.
Urge un cambio de paradigma: crear herramientas para mapear habilidades, simplificar procesos de homologación de títulos, fomentar proyectos colaborativos donde migrantes y locales compartan conocimientos y construyan redes. Porque integrar no es diluir, sino hacer que lo diverso multiplique lo común.
La riqueza de un país no está solo en su PIB o en sus infraestructuras, sino también en su capacidad de reconocer el talento que llama a su puerta… incluso cuando ya ha entrado y lleva años esperando ser escuchado.